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¿Vamos al cambio?

  • Foto del escritor: Dagger
    Dagger
  • 15 feb 2022
  • 3 Min. de lectura

Hablar de crisis hoy, no es lo mismo que hablar de las crisis de otras épocas, traemos a cuestas los errores del pasado, que no terminan de soltar las riendas para permitirnos avanzar.

En la actualidad se ha establecido una carrera en un mundo capitalista, que no deja de asombrarnos por su perversidad y el mundo socialista, o el soñado comunista, que nos ha sorprendido por sus errores o la falta del poder ser. ¿Qué necesidad hay de marcarnos unas diferencias profundas, en lugar de conjugar varias que de entre ellas nos permitan avanzar?

Cada sistema de producción trae consigo fuertes diferencias, que terminan entre sí, esclavizando al ser humano. En mis recorridos como varios de ustedes, por países de Europa, Asía, Centro o Sur América, se percibe cómo la lucha por el poder, supera realidades tan humanas como el derecho a vivir con dignidad. La esclavitud o sometimiento a un sistema de producción contrarias a nuestra propia libertad, es lo que en muchos casos ha terminado por doblegar la conciencia humana.

La pasividad con que comunidades enteras aceptan, reciben y reproducen su pobreza, exclusión y sometimiento, no son más que esas pesadas cargas que traemos de antaño o que heredamos de generación en generación. En las diferentes apuestas por las transformaciones, no terminamos de ser simples acomodados a un sistema que no pudimos revolucionar (o derrocar). Llega entonces el dilema de ser revolucionarios o simples reformistas, sosteniendo un sistema excluyente con profundas heridas, que a través de los años han sido difíciles de sanar.

El simple hecho de seguir apostándole a sistemas como estos, sin acudir a cambios sustanciales o revoluciones reales, hace que la humanidad se sumerja en insuperables estados sombríos, y esto se ve en la aparente apatía que dan a su participación en los procesos electorales.

La poca participación ciudadana en estos procesos decisorios del siglo pasado, por ejemplo, en Colombia, es la misma que con un poco más de participación seguimos en la actualidad. Claro está que priman varios factores que, sumados al descontento de millones de personas, hace que ocurran dos situaciones: una de ellas es seguir en la zona de confort primordial para la clase media, ya que no apuestan por esas transformaciones que la clase baja desea y no ponen en peligro su estabilidad, y la segunda es justamente lo que ocurre con esa clase baja que para mí es mejor decir menos favorecida, que resignada acepta lo que le toca vivir. Pero surge también una salida a esa miopía social que rechaza los cambios que todos desean y es sentirse parte del momento por el cual pueden partir la historia en dos y es decidir con sus propias manos y razón esa transformación.

Es decir, participar activamente del proceso que les brinde la seguridad de mejorar sus condiciones de vida y reducir la brecha que los separa. Viene entonces la discusión del sistema capitalista vs el sistema socialista. Discusiones internas y señalamientos externos que parecen no tener fin. Para los enquistados en el poder y quienes viven de él recordarnos esa trillada frase del castrochavismo es una forma de demonización para hacer correr las masas de nuestro lado, u otros hablando del duquemadurismo, como si alguna de las dos estuviera ceñida a la realidad.

Nada más basta con mirar lo ocurrido con el fenómeno Chávez y los procesos de transformación que casi de manera sucesiva fueron llegando a nuestra América Latina, con la gran excepción de Colombia. Pero no fue fácil lograr sostener esas transformaciones o procesos de cambio, porque, así como ocurrió en los años 70´s, regresó de nuevo el gran hermano con su mano guerrerista a decidir por nosotros; trayendo consigo años de dolor y desesperanza, que por fortuna están llegando de nuevo al ocaso.

Por acá, en esta amada América Latina, ilumina de nuevo el sol del cambio y el despertar de nuestros pueblos. Solo queda en nosotros el saber decidir sin temor y de una vez por todas apostarle al cambio y ser partícipe de él.

Hoy son los jóvenes quienes nos están dando las mejor de las lecciones.


Esta América puede caer de rodillas, pero jamás postrarse al opresor.


Viernes 16 de julio de 2021

Por Mary Luz Herrán C.


 
 
 

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